Adolescencia y conductas de riesgo. Factores de riesgo y protección. Intervención.

04.12.2013 16:54

La población juvenil ha tenido y tiene, unas características peculiares que conlleva a diferentes problemas de todo tipo, lo que hace de esta época de la vida un periodo extremadamente sensible, trascendente y de consecuencias definitivas para el futuro de los individuos. Es una época de cambios muy acentuados tanto orgánica como psicológicamente, con adopción de hábitos propios y adquisición rápida de nuevos conocimientos. La aceptación del riesgo en la adolescencia responde a un deseo de independencia y autonomía; la atracción de lo desconocido, de lo prohibido o rechazado por el mundo adulto empuja a experimentar conductas de riesgo; le ofrece la ocasión de desafiar y de comprobar su dominio sobre su cuerpo y sobre los demás.

Específicamente, los estilos de vida saludables incluyen conductas de salud, patrones de conducta, creencias, conocimientos, hábitos y acciones de las personas para mantener, restablecer o mejorar su salud. Son producto de condicionantes personales, ambientales y sociales, que emergen no sólo del presente, sino también de la historia personal del sujeto. Se refieren a formas cotidianas de vivir que se aplican para las distintas esferas o áreas de funcionamiento del campo vital de una persona, satisfaciendo adecuadamente las propias necesidades y optimizando su calidad de vida.


El concepto de joven de alto riesgo se ha popularizado en los últimos tiempos, pensando en que si conocemos los factores que llevan a estas conductas arriesgadas, estaremos en mejor posición para prevenir las consecuencias de estas, e incluso para tratarlas mejor cuando se presenten.

Por otra parte, con el objeto de superar una actitud solo preventiva, se ha prestado progresiva atención a la noción de factores protectores de la salud del adolescente. Desde éste ángulo de promoción de la salud es donde surge el concepto de resiliencia como la capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas. La componen dos elementos, que son la resistencia frente a la posibilidad de destrucción, o sea la capacidad de proteger la propia identidad bajo presión; y la capacidad de construir un estilo de vida positivo pese a circunstancias difíciles.

Entre los antecedentes de estas conductas, se pueden considerar diversos elementos. Distinguiremos las características socio-demográficas, tales como sexo, edad, etnicidad, educación de los padres, extracción rural o urbana, de las características individuales como nivel educacional, notas en la escuela, religiosidad, personalidad y sus características, etc. En un tercer nivel podemos distinguir características familiares, tales como grado de cohesión, flexibilidad, calidad de la comunicación, etc. Finalmente, en el plano comunitario podemos separar las características del sistema educacional, de pares, de los medios de comunicación de masas que llegan al niño y factores macroeconómicos como la situación del empleo, las oportunidades educacionales, el nivel de ingresos, etc.

La concentración de las conductas de riesgo en el mismo grupo de adolescentes ha sido uno de los hallazgos más consistentes de la literatura desde el estudio inicial. Son los mismos adolescentes los que consumen drogas, los que tienen actividad sexual precoz, los que presentan conductas sociales desviadas, y los que tienen bajo rendimiento escolar.

La mayoría de las investigaciones a nivel nacional e internacional considera como las siguientes conductas de riesgo para los adolescentes:

1. Consumo de drogas legales (alcohol y tabaco) e ilegales.

2. Accidentes automovilísticos ( exceso de velocidad)

3. Propensión a la violencia y conductas antisociales

4. Embarazos no deseados, enfermedades de trasmisión sexual (sida) y la promiscuidad sexual.

5. La depresión, el estrés y el suicidio.

FACTORES PROTECTORES Y RESILIENCIA

El concepto de factores protectores ha sido definido por Jessor como aquellos recursos personales, sociales e institucionales que promueven el desarrollo exitoso del adolescente o que disminuyen el riesgo de que surja un desarrollo alterado.

Se ha dicho que uno de los factores protectores generales, para cualquier conducta de riesgo, es la calidad de la interacción con la familia. Los problemas conductuales, en el período pre-escolar, parecen variar proporcionalmente al grado de disponibilidad emocional de los padres en relación a las necesidades de sus hijos.

1.- Factores protectores de amplio espectro

a) Familia contenedora con buena comunicación interpersonal.
b) Alta autoestima.
c) Proyecto de vida elaborada, fuertemente internalizado.
d) Locus de control interno bien establecido.
e) Sentido de la vida elaborado (meaning of life).
f) Permanece en el sistema educativo formal.
g) Alto nivel de resiliencia.
Los cinco ámbitos interrelacionados que permiten promover la resiliencia son los siguientes:
  1. Redes de apoyo social que acepten incondicionalmente al niño en cuanto a persona;
  2. Capacidad para averiguar el significado de la vida, en estrecha relación con la vida espiritual y la fe religiosa;
  3. Aptitudes y sentimientos de tener algún tipo de control sobre la propia vida;
  4. Autoestima;
  5. Sentido del humor.
 

Existen múltiples variables que explican este fenómeno de riesgo, pero la mayoría de los investigadores coinciden que las variables más relevantes son las “psicosociales” incluyéndose en espacios sociales, familiares, escolares y del grupo de amigos. En todos estos espacios encontramos factores que incrementan la experimentación conductas de riesgo (Gomez, 2000).

En lo social se destaca la accesibilidad y la aceptación del consumo de sustancias de manera formal (legales) e informal (actitudes y valores favorables al consumo).

En la familia se observan, relaciones afectivas pobres, una mala comunicación caracterizándose como familias disfuncionales y problemáticas, que en general, coexiste con un consumo paterno de

drogas.

En la escuela se identifica con variables como, la reprobación escolar y la insatisfacción con la institución.

A nivel individual se caracteriza por una baja autoestima, la necesidad urgente de aprobación social, un alto nivel de búsqueda para experimentar nuevas sensaciones, que en ocasiones puede llevar a realizar conductas antisociales. Feldman (2006) Indica que este nivel la incongruencia entre

sus necesidades interiores y el mundo que los rodea puede llevar a los jóvenes a un vacío existencial, a un sin sentido de la vida.

 

2.- Factores de riesgo de amplio espectro

a) Familia con pobres vínculos entre sus miembros.
b) Violencia intrafamiliar.
c) Autoestima baja.
d) Pertenece a un grupo con conductas de riesgo.
e) Deserción escolar.
f) Proyecto de vida débil
g) Locus de control externo
h) Bajo nivel de resiliencia.

 

La familia y la escuela deben promover estilos de vida saludables. Educando hacia un enfoque de prevención de riesgos, el cual asume que a mayor conocimiento sobre los eventos negativos, mayor posibilidad de actuar sobre ellos, con la intención de evitarlos cambiando las condiciones que exponen al individuo o grupo a adquirir la enfermedad o daño. La colaboración familia y escuela deben impulsar junto con el estado políticas y programas de calidad para los adolescentes y jóvenes que promuevan zonas de protección (apoyo familiar, permanencia en el sistema educativo, trabajo, acceso a los servicios de salud) que permitan el desarrollo de una identidad positiva de los Adolescentes como agentes de cambio hacia una sociedad más democrática. Los programas sociales dirigidos a jóvenes deben disminuir la vulnerabilidad y el daño (zonas de riesgo) al que se encuentran expuestos los adolescentes y jóvenes. Con una detección precoz de la población en riesgo, elaborando programas para estilos de vida saludable, como procesos formativos a incorporarse como temas transversales en los proyectos educativos formales y no formales, incorporando a los propios jóvenes a las propuestas y ejecución de los programas de educación para la salud, escolares o gubernamentales. Integrando a adultos (padres y maestros) capacitados y convencidos hacia la creación de redes de apoyo comunitarias.

Colocando la terminología previa en acepciones más tradicionales de salud pública, podemos decir que la secuencia factores - conductas - consecuencias del riesgo corresponde a los tres niveles clásicos de prevención en salud pública: prevención primaria, secundaria y terciaria.