Nuevas Tecnologías

04.12.2013 20:31

    Nuestros hijos e hijas son nativos digitales, es decir, han nacido en la era de la web 2.0 por lo que manejan con mucha soltura las herramientas digitales para relacionarse con los demás. Por ello, los que están ya en edad adolescente son, en muchos casos, miembros de una o varias redes sociales y las usan con gran frecuencia.

Ante está nueva realidad, la mayoría de padres y madres se sienten desconcertados, por un lado, sintiéndose en desventaja ante algo que conocen mejor sus hijos e hijas y, por otro, sintiéndose inseguros sobre cuál debe ser su papel ante este fenómeno. En muchos casos, todavía dudan si promocionar el acceso a estas nuevas tecnologías puede ser algo beneficioso o perjudicial para sus hijos e hijas.

Estamos viendo la generalización de las tecnologías en los hogares, en los centros educativos, en los centros de trabajo... Al mismo tiempo sentimos, como padres y madres, preocupación e incluso a veces rechazo hacia la realidad tecnológica que se nos impone.

Por un lado, reconocemos la importancia de conocer, dominar y manejar adecuadamente las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) y por otro manifestamos nuestro temor por los efectos contraproducentes que éstas pueden tener en nuestros hijos/as. Éstos nos demandan cada día más disponer de los últimos adelantos que les permitan “bajarse música”, “chatear”, “entrar en foros”, etc. Muchos padres y madres carecen de información suficiente sobre todas estas herramientas tan al alcance de nuestros hijos/as para valorar su bondad, su idoneidad y pertinencia para el desarrollo de nuestros menores. Nos preguntamos para qué sirven, porqué pueden ser contraproducentes, que tienen de soporte educativo, qué de distracción y qué de lujo superfluo.

Ante estos interrogantes los padres y madres debemos reflexionar acerca del camino a seguir para hacer un uso racional de estas nuevas tecnologías. El único modo de prevenir comportamientos de riesgo y un uso inadecuado de las TIC pasa por involucrarnos en la educación de nuestros hijos e hijas y potenciar las ventajas que aportan, no prohibir o restringir radicalmente su uso. Debemos formarnos adecuadamente para ser capaces, desde el contexto familiar y desde el uso que se hace de los medios en él, de orientar, guiar, tutelar y educar a nuestros hijos e hijas en el uso correcto de las mismas.

En la sociedad de la información en la que nos encontramos inmersos en la actualidad, las nuevas tecnologías se han convertido en una extraordinaria herramienta de información y comunicación. Su uso ha revolucionado la forma de relacionarse en el mundo desarrollado, con nuevos patrones que los jóvenes adquieren velozmente, ávidos de sentirse parte de un grupo que se comunica con un lenguaje y unos instrumentos propios. Más allá de sus indudables beneficios, el uso de Internet, del móvil o de los juegos interactivos, rápidamente instalados en la vida cotidiana de las familias, pueden conllevar un elevado riesgo para las personas que hacen uso de estas herramientas, especialmente para los más jóvenes y, en muchos casos, los principales usuarios de estas nuevas tecnologías.

En este sentido es frecuente encontrarnos hoy en día, tanto en los medios de comunicación de masas, como en espacios más o menos específicos de profesionales, que cada vez se habla más de las denominadas adicciones a las nuevas tecnologías.

La Organización Mundial de la Salud estima que 1 de cada 4 personas en el mundo sufre trastornos de conducta relacionados con las nuevas adicciones. Aunque es un problema que afecta a la población adulta, distintos profesionales aclaran que este nuevo fenómeno afecta de manera mucho más marcada a los y las jóvenes y adolescentes. Entre otras razones, los y las jóvenes están mucho más habituados al manejo de las nuevas tecnologías en su cotidianidad, suponiendo también un elemento importante de identidad e integración entre el grupo de iguales, como ocurre con otras modas. Los aparatos como el ordenador, el teléfono, et, se están convirtiendo entre muchos adolescentes en un fin en sí mismo y no en un medio.

Tenemos que tener en cuenta que los riesgos a los que se enfrentan los menores en Internet son complejos y de múltiples facetas, en la mayoría de los casos no son muy diferentes a los que enfrentan fuera de Internet, y a medida que crecen, los propios menores contribuyen a algunos de esos problemas. Un estudio dice, que muchos de los problemas que sufren los menores a través de Internet vienen derivados del mal uso de las tecnologías de éstos o de otros menores, en muchas ocasiones los responsables son otros menores que no conocen hasta dónde pueden llegar.

Es fundamental que los y las menores conozcan y amplíen su formación en legislación y normativa de nuevas tecnologías, así como algunos consejos para mejorar su privacidad dentro de las redes sociales y determinadas páginas web.