La Educación afectiva y sexual para adolescentes y jóvenes.

04.12.2013 17:03

La Educación Afectiva y Sexual representa un aspecto de gran importancia en la formación integral de niños y niñas, porque más allá del conocimiento puramente biológico explica procesos trascendentales como la construcción de la identidad de género o las relaciones afectivas en el ámbito de nuestra cultura.

La Educación Sexual es hoy una demanda social, basada en el derecho de los niños, niñas y adolescentes a ser informados sobre este tema. Esta información debe ser rigurosa, objetiva y completa a nivel biológico, psíquico y social, entendiendo la sexualidad como comunicación humana y fuente de salud, placer y afectividad.

En este sentido es imposible separar sexualidad y afectividad. Si pretendemos construir una sociedad en la que hombres y mujeres podamos convivir en igualdad y sin discriminaciones, es imprescindible proporcionar al alumnado una educación afectiva y sexual de calidad, pues la ausencia de ésta no sólo influirá en posibles disfunciones sexuales sino que también impedirá transformar las bases sociales para favorecer la construcción de una sociedad más democrática. No podemos olvidar que si bien la sexualidad humana está íntimamente ligada a lo privado, también está regulada social y culturalmente.

El conocimiento sexual nos ayuda a crecer como personas. Aprender a ser felices es un reto permanente del ser humano, y la educación sexual contribuye, de una manera importante, a lograr esa felicidad, dando respuesta a las necesidades de aprendizaje vividas activamente por el alumnado.

Si por el contrario nos limitamos a hacer una educación sexual centrada en lo exclusivamente biológico estaremos negando la posibilidad de construir una personalidad sana y de modificar aquellas ideas Educación Afectivo-Sexual en la Educación Infantil que, en muchos casos, están cargadas de prejuicios e impregnadas de estereotipos sexistas. No olvidemos que en todo momento, de una u otra manera, estamos haciendo educación sexual, ya que cada manera de entender la educación tiene en todo momento como referente un modelo de sexualidad.

Entre los más jóvenes existe una insuficiente, errónea y sesgada información sobre la sexualidad, focalizando la atención hacia la genitalidad exclusivamente, restringiendo y empobreciendo de esta manera, la potencialidad de una vida sexual placentera.

Es la escasa e incorrecta información sexual, junto al carácter temerario que acompaña al adolescente, hace que no prevean especialmente los conflictos y peligros que se pueden derivar de un mal uso de su sexualidad: embarazos no deseados, prácticas de riesgo, transmisión de enfermedades, etc. Esto hace especialmente relevante la urgencia de informar y formar sexualmente a los más jóvenes, si queremos que su formación sea realmente completa. Hacer hincapié no sólo en el aspecto conceptual de la sexualidad sino también en la actitudinal, rompiendo con tabúes, prejuicios e ideas erróneas que rodean a la sexualidad de los más jóvenes,... En definitiva, cultivar la sexualidad hacia el respeto por lo que es y cómo es uno mismo y hacia los otros, así como la promoción de sus potencialidades.

Los cambios fisiológicos de la pubertad condicionan la sexualidad y la figura corporal. Se produce un cambio cualitativo en la sexualidad que va acompañada de la definición de la orientación del deseo y un mayor interés por las conductas sexuales. Se establece una dinámica diferente determinada por el deseo sexual, la atracción y la capacidad de enamorarse. La sexualidad se convierte en un interés fundamental que despierta el deseo, la fantasía y las conductas interpersonales.

Durante este largo camino hacia la edad adulta, es necesario que el adolescente sepa y reciba una formación global de su sexualidad que debería iniciarse en etapas anteriores del desarrollo, respondiendo paulatinamente a la curiosidad progresiva que en torno a este ámbito se va despertando en el niño.

En la adolescencia ya sería interesante incidir en:

  • La práctica de una sexualidad sana con el uso de métodos anticonceptivos absteniéndose de iniciarse en estas lides si a uno no le apetece tener relaciones sexuales hasta más adelante y privarse de mantener ninguna práctica de riesgo cuando no exista un método de protección de barrera que prevenga la transmisión de cualquier infección

  • Que la sexualidad es un juego, con sus propias reglas que deben ser aceptadas y respetadas por todos antes de ponerse a jugar. Tenemos una responsabilidad hacia nosotros mismo y ante todos aquellos que comparten con nosotros esta área de nuestra vida íntima.

  • Abrirles horizontes. La riqueza de la sexualidad conlleva un aprendizaje de todas las posibilidades que encierra el cuerpo y no se ciñe exclusivamente a la penetración que, en este caso, sería una más de las prácticas de sexo posibles.

 

La relación con los iguales y la pareja se rigen por los mismos principios que otras relaciones, aunque cada una con sus peculiaridades, y también con aspectos que las diferencian.

Las relaciones de amistad son fundamentales a partir de la adolescencia, donde los amigos cobran especial importancia y convierten la amistad en una relación muy estrecha. Por otro lado, también empiezan a interesarse por otro tipo de sentimientos, emociones que tratan de compartir con otra persona y formar una relación de pareja.

La adolescencia es el momento en que las personas empiezan a vivir sus primeras experiencias erótico-amatorias, aunque la edad puede ser muy variable dependiendo de la sociedad, de la cultura, incluso dentro de un mismo país al margen de la edad al que inician sus primeras interacciones erótico-amorosas puede ser muy variable.

La educación afectivo-sexual puede ser reglada, basándose en el currículo escolar, impartida generalmente en los propios centros escolares, ya sea en horas lectivas o de forma extraescolar: Por otro lado está la educación informal, aquella que se aprende a través de amigos, medios de comunicación, divulgaciones. La información es necesario pero no suficiente.

Si se pretende educar debemos participar activamente del proceso de aprendizaje, unas veces lo haremos de manera más formal que otras. Además de los contenidos podemos valernos de otros componentes educativos, la metodología en la que basaremos nuestra programación, las estrategias, las técnicas y los recursos a utilizar.

Los programas han de ser participativos, fomentando la individualidad de cada persona, a la vez que la cooperación entre ellas para un aprendizaje en común, en nuestro caso, referente a la educación afectivo-sexual. Las técnicas hacen que este aprendizaje sea más ameno, que vaya más allá de los contenidos, que facilite la asimilación de los mismo, a la vez que fomenta determinadas actitudes fundamentales para vivir de forma sana y positiva la sexualidad. Entre estas técnicas están las dinámicas de grupo, las habilidades sociales, técnicas de resolución de conflictos, comunicación, etc. Y para ello, debemos contar con recursos humanos y materiales.

 

En cuanto a las estrategias metodológicas, podemos entender la educación afectivo-sexual de forma reglada e informal, lo ideal es combinar ambos tipos de educación, por tanto, tendremos que tener diferentes estrategias para los diferentes tipos de educación.

Así por ejemplo, en cuanto a la transmisión de actitudes, podríamos decir que la labor de los educadores ha de basarse en aprendizajes significativos para las personas a las que van dirigidos. No debemos centrarnos en informar, sino que se ha de educar, es decir, que deben asumir conceptos y modificar actitudes, que sean flexibles y duraderas, integradas en la vida cotidiana de cada persona. Deben ser aprendizajes adaptados a cada etapa evolutiva, a sus necesidades, intereses y capacidades.

Otra estrategia debe ser la participación y coordinación y de todas las partes implicadas y de todas aquellas que puedan lograr mejorar la calidad de la educación, así tenemos los centros de orientación y planificación familiar, centros de salud, servicios de orientación, etc. trabajando desde la interdisciplinariedad para un mayor beneficio de los jóvenes y adultos. Es preciso tener en cuenta que ha de ser un proceso individualizado, pero es fundamental el aprendizaje colectivo, que ayude a fomentar actitudes y comportamientos de colaboración entre los más jóvenes.

Muy ligado al trabajo en grupo está el respeto por las diferencias. El respeto es fundamental, bien hacia las personas que tienen diferentes ideas y actitudes hacia el mismo tema, diferente orientación sexual o que poseen conductas que ellos nunca tendrían. En este sentido el papel de los educadores, es fundamental, ya que actúa de modelo para las personas a las que educan.

Al igual, que hablábamos anteriormente de la coordinación con determinadas instituciones de la comunidad, es importante, en la medida de lo posible, que exista esa coordinación con padres y madres. Formar a los padres y madres en determinadas estrategias que faciliten la comunicación entre padres e hijas, hacerles ver que la educacion afectivo-sexual es una parte de la educación integral de las personas y que se puede hablar de temas relacionados cono el sexo con la misma naturalidad que cualquier otro tema, podrían ser varios caminos para lograr ese acercamiento de la familia a los problemas o dudas que puedan tener sus hijos.

Otras estrategias son aquellas que consisten en exponer temas, muy útil para explicar determinados conceptos básicos y por otra parte, las que posibilitan el aprendizaje por descubrimiento, en el que los educandos se implican en el proceso educativo, son los que buscan las respuestas a sus propias preguntas. Esto permite que las conclusiones a las que llegan sean más duraderas, y los cambios de actitud que se promueven también.

Dentro de este grupo podemos encontrar las estrategias de búsqueda de información en diferentes formatos, estrategias para organizar la información encontrada como diagramas, murales, folletos, transparencias, etc, estrategias para el establecimiento de metas colectivas como el torbellino de ideas, panel de expertos, comentarios de texto, etc, estrategias de resolución de problemas como los juegos de roles, estudios de casos, entrenamiento en habilidades sociales, etc., estrategias de aprendizaje en situaciones lúdicas para ello se podría hacer uso de juegos de conocimiento, cohesión, cooperación, etc. Estrategias de comunicación como las monografías, murales, audiovisuales, etc.

La sociedad en la que vivimos todavía no permite con facilidad que las personas sean cada una como es. Desde que nacemos se nos va marcando un programa de vida que, con diferentes grados de flexibilidad, pretende que sea común a todas las mujeres y a todos los hombres. Así se mantienen los llamados estereotipos femenino y masculino que no son más que modelos de cómo se debe ser. La educación afectivo-sexual debe tener en cuenta el enfoque de género a la hora de intervenir con los jóvenes, ya que es en estos contenidos donde más se acentúan las diferencias sociales de género.